Como todos los viernes, hicimos viandas. Pero el pasado, no fue uno más. Conocimos a la hija de Virginia (una señora que trabaja cartoneando). Evelyn estudia en el colegio Otto Krause. Cuando le pregunte por sus estudios me contestó que estaba muy preocupada por la toma del colegio, porque la falta de clases podría atrasarla. Aún no se sabe como van a recuperar esos días y ella aspira a tener una beca. La misma beca que obtuvo su hermano el año anterior.
Evelyn es una chica de 16 años, que no le importan las zapatillas modernas, ni la ropa de marca, pero le sobra dignidad, inteligencia y aspiraciones.
Ella quiere estudiar y no la dejan. Ella quiere crecer y no la dejan. Me explicó también, que los cursos no serán cerrados, sino que se cambiarán algunas materias para que el programa sea igual al que impone la nación.
Mañana continuarán las tomas en los colegios. Escuchamos a los chicos que diciendo que “van cerrar cursos”, pero por suerte, ellos tienen su futuro asegurado. No importa si pierden días de estudio.
Pero, ¿Por qué no le preguntamos a las Evelyn, que camina 20 cuadras todos los días para ir al colegio? ¿Por qué antes de oponernos sin saber, no salimos a buscar a los chicos que sí quieren un futuro diferente?
Evelyn es un ejemplo, pero estoy segura que no es la única.
Ella es una hermosa niña, con la misma sonrisa de su mamá. A quién va ayudar cuando se reciba en Ingeniería.